Aranceles: ganamos tiempo
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El anuncio de imponer aranceles de manera unilateral significa el fin, por la vía de los hechos, del T-MEC, y la renegociación fuera de los plazos previstos y en medio de una agenda por demás desordenada. El mérito del Tratado como un mecanismo que lograba aislar el tema comercial de todos los demás asuntos que conforman la agenda regional, puede estar en riesgo.
El anuncio hecho el día de ayer por la presidenta Sheinbaum, sobre la pausa para la entrada en vigor de los aranceles impuestos por Trump, es -sin duda- una buena noticia. En cualquier negociación asimétrica, ganar tiempo es un activo para la parte débil. Que se agenden mesas de diálogo para compartir información es también un compromiso loable entre las partes. Sin embargo, siendo una buena noticia, no debemos lanzar campanas al vuelo.
La primera discordancia son las versiones diversas que ambos presidentes ofrecieron en sus redes sociales: mientras Trump evade alguna mención al control de armas, Sheinbaum elude el tema de la migración. Difunden la conversación, pero cada quien le habla a su propio auditorio.
Si Trump tiene razón, el despliegue de 10,000 efectivos del ejército en la frontera se parece más a revivir el programa de “Quédate en México”; si a Sheimbaun le asiste la razón, México habría obtenido un triunfo fuera de serie al colocar el tema del control de armamentos en la agenda norteamericana. El tiempo nos dirá quién fue más fiel en su relato.
Ahora bien, lo que hay que destacar es el contexto en el que se da la llamada. El día sábado la Casa Blanca emitió un comunicado en el que, en una afirmación sin precedentes, sostiene que el actual gobierno mantiene una relación inadmisible con la delincuencia organizada.
Nunca se había fraseado con esa contundencia, pero tampoco creo que debamos sorprendernos; nuestros vecinos del norte llevan años señalando cómo crece el control territorial de los grupos delincuenciales, más recientemente han manifestado su preocupación por la cercanía del crimen organizado con los procesos electorales, y llevan tiempo subrayando la colusión que existe entre los cuerpos de seguridad y los cárteles.
De modo que eso, que una buena parte de los analistas en materia de seguridad vienen alertando y que en el sexenio pasado sistemáticamente se menospreció, hoy se visibiliza y verbaliza descarnadamente.
Ello, paradójicamente, abre interesantes oportunidades de colaboración en materia de inteligencia para cambiarle la polaridad a la ecuación. La Operación Enjambre es una confesión implícita de que la colusión existe, y por cierto, sin importar el partido político del que se trate. Ojalá se siga en el combate a la colusión y no se insista, como en el pasado reciente, en la negación del problema.
Finalmente, un tema de preocupación es el hecho de que lo que origina todo este agitado fin de semana que vivimos es el anuncio de imponer aranceles de manera unilateral; esto es, el fin por la vía de los hechos del T-MEC. Preocupa porque el Tratado es un mecanismo formal, acotado, con metodología y reglas claras para arribar a los mejores términos posibles en materia de intercambio de bienes y servicios.
Hoy parece que nos podemos encaminar a una renegociación del T-MEC por la vía de los hechos, fuera de los plazos previstos, y sobre todo en medio de una agenda por demás desordenada en la que un día se habla de fentanilo, otro de deportaciones masivas, otro de grupos terroristas, albergues para migrantes, en fin, el mérito del Tratado como un mecanismo que lograba aislar el tema comercial de todos los demás asuntos que conforman la agenda regional, puede estar en riesgo. Mucho perderíamos los tres socios si ello termina ocurriendo.