Soberbia

La propuesta gangsteril de golpear con aranceles para forzar una negociación coloca a Estados Unidos, y posiblemente al mundo entero, al borde de una depresión económica.
Publicar en lunes tiene ocasionalmente un problema: el evento relevante no se conoce el domingo. Eso pasa cuando hay elecciones y uno tiene que escribir sin conocer el resultado, que los lectores sí conocerán cuando lean. La solución es hablar de otro tema, confiando en que el público esté cansado del tema y quiera despejarse.
Hoy ocurre lo mismo, porque lo más importante es el camino que sigan los mercados financieros y los gobiernos de los países a los que Trump ha impuesto aranceles absurdos. Se supone que hay margen hasta el miércoles, pero todo puede cambiar; esa ha sido una característica del actual gobierno estadounidense. La mayoría abrumadora de expertos y comentaristas creen que Trump ha cometido un error fatal. Unos pocos están convencidos de que se trata, como dicen los comentaristas deportivos, de un “revulsivo” necesario para cambiar un sistema económico global muy deteriorado.
Trump quiere lograr tres cosas: reindustrializar a su país sin que suban los precios, reducir la deuda del gobierno al mismo tiempo que los impuestos y depreciar el dólar sin que pierda su posición de privilegio como moneda de referencia. Las tres cosas son, si no imposibles, sumamente complicadas de lograr.
Se podría reindustrializar a Estados Unidos, pero con mayores precios. Si pudieran producir hoy al mismo costo de lo que importan, lo harían. Si no producen es porque encontraron una mejor forma de utilizar sus recursos: financieros, humanos y tecnológicos, que es la provisión de servicios.